Hablar sobre el trabajo de Steven Spielberg genera contradicciones: estamos frente a un genio adelantado a su tiempo, con la virtud de ser un excelente contador de historias y a la vez se trata de un director meloso, especialista en finales hollywoodenses que arrancan la lágrima fácil del espectador desprevenido.
En The terminal, a la manera de aquellas películas que Frank Capra y James Stewart hacían en los años 40 y 50 con el emblema de ‘¡Qué bello es vivir!’, Spielberg nos trae una fábula humanista, vital, que rescata la bondad del ser humano y valores como la amistad, la solidaridad y el compañerismo.
La película está basada en la historia real de Mehran Karimi Nasseri, un refugiado iraní que vivió en el Aeropuerto de París-Charles de Gaulle entre 1988 y 2006. Anteriormente a Spielberg, el director francés Philippe Lioret ya había adaptado al cine su historia en la película En tránsito (título original: Tombés du ciel)(1993).
El mismo director ha dicho que este film es su aporte a una sociedad enferma de paranoia y terror, después de los atentados del 11S.
La Terminal cuenta la historia Viktor Navorski (Tom Hanks), quien proveniente de un país ficticio llamado Krakozhia, queda atrapado en el aeropuerto JFK de New York en situación de inaceptable.
Sucede que en Krakozhia ha habido un golpe de estado y su pasaporte no es reconocido por las autoridades norteamericanas, por lo que Víktor no puede ni entrar ni salir del país, convirtiéndose en un ciudadano de ninguna parte.
Atrapado en el aeropuerto, Viktor comienza una vida extraña, cotidiana en la terminal, haciendo a amigos, encontrando empleo, enamorándose de una bonita auxiliar de vuelo (Zeta-Jones).
La película acierta en su vaguedad sobre cuanto tiempo pasa, ya que los Terminales de aeropuerto tienen su propia clase de tiempo, en el cual todo parece atemporal.
Esta es una historia que se centra en pequeños momentos de las relaciones humanas. Es una película que nos hace reír y llorar y sentir una emoción positiva sobre el mundo.
El film es una comedia con momentos dramáticos, que parte de una premisa fascinante. Durante la primera mitad es absolutamente creíble y destaca la genialidad de algunas de sus escenas.
Es una lastima que la segunda mitad caiga en los clichés típicos de Hollywood, con un dramatismo dulzón que empalaga. A pesar de sus lugares comunes, recomiendo ampliamente ver El Terminal aunque solo sea para disfrutar de la genialidad de Spielberg contando historias, la excelente actuación de Tom Hanks y el sobrio reparto que lo acompaña en una historia que toca las emociones positivamente y nos hace recuperar ese sabor emotivo que poseían los aeropuertos como ventana a la aventura, lugares de reencuentros y despedidas un microcosmos plagado de emociones intensas, escala a otros mundos, semilla del cambio o simple lugar de paso.
¿CÓMO SE HIZO THE TERMINAL?
Como sugiere el título mismo de la película, el núcleo de la producción lo constituyó la terminal del aeropuerto. Enseguida se hizo evidente que sería imposible rodar la película en un aeropuerto real, dado el actual reforzamiento de las medidas de seguridad. En vez de eso el director artístico Alex McDowell quedó encargado de construir una terminal completamente operativa a tamaño real para acoger la mayor parte del rodaje.
Acabado el mismo, se rodaron escenas de interiores y exteriores adicionales en el aeropuerto Mirabel de Montreal. La compañía United Airlines prestó al equipo de producción un Boeing 747 para una escena clave del argumento. Spielberg, que ya había trabajado con McDowell en Minority Report, observa: “Lo único que le dije a Alex fue, Mira, la estrella de la película es Viktor Navorski. Es una película de personajes pero se llama LA TERMINAL así que el escenario en el que van a estar los personajes tiene que parecerse a una terminal de aeropuerto moderna”.
McDowell diseñó la terminal primero en el ordenador y luego hizo una maqueta a escala; eso le permitió a Spielberg pre-planificar los encuadres de la película utilizando una pequeña cámara periscopio que le facultaba para darse “paseos” visuales por el decorado del aeropuerto. Durante la fase de diseño Spielberg, Mc Dowell y el director de fotografía Janusz Kaminski concibieron un moderno sistema de iluminación.
Explica McDowell: “El decorado es como una caja de luz gigante así que era muy importante incorporar desde un principio el sistema de iluminación al decorado. En este rodaje no se siguió la costumbre de construir el decorado primero y que luego viniera el director de fotografía y dijera, Quiero una luz ahí y otra ahí... Janusz colaboró en el proceso de integrar la iluminación y el diseño del decorado desde el principio”. Aunque se supone que la terminal en la que queda atrapado Viktor pertenece al JFK International Airport de Nueva York, McDowell quería que fuera una amalgama de diversos aeropuertos internacionales, para darle un aspecto que resultara familiar a cualquier viajero habitual. Con ayuda de su equipo de diseño estudió diferentes aeropuertos de costa a costa en Estados Unidos, así como los de diversas capitales europeas.
El decorado se construyó en un enorme hangar del callejón aeroespacial de Palmdale, California. Doscientos artesanos y obreros trabajaron a lo largo de unas veinte semanas para construirlo. A diferencia de otros decorados, se construyó un edificio de arquitectura real de tres plantas, un edificio dentro de otro edificio. La estructura era de acero, con ventanas de cristal y 5.600 metros cuadrados de suelo de granito, que ocultaba una gran infraestructura de cables eléctricos y fibra óptica que servían para proporcionar energía a todo el decorado (e iluminar los tableros con la información de los vuelos). Entre otros elementos de interés del decorado de la terminal había cuatro ascensores operativos, que están entre los primeros ascensores reales que se han construido específicamente para un decorado cinematográfico.
El realismo del decorado hizo que tuviera que entrar en escena un nuevo departamento, según explica McDowell: “Normalmente cuando se diseña un decorado temporal uno no se preocupa demasiado por la ingeniería. Pero en este caso hubo que inspeccionar hasta el último tornillo. Cada dibujo que salía del departamento de arte debía ser aprobado por un equipo de ingenieros, lo que fue una novedad para todos nosotros”. El diseño no terminaba con las grandes ventanas que enmarcaban el decorado: al otro lado de los ventanales había una pista aérea que se representó en uno de los fondos de transparencia más grande jamás pintados, una enorme sábana que envolvía tres de las cuatro paredes del plató y que contenía dos mil luces en miniatura que se encendían para las escenas nocturnas. La pantalla azul (de las transparencias habituales) sólo se utilizaba cuando hacía falta mostrar un avión en vuelo llegando o saliendo de la terminal.
Otro aspecto notable del decorado son las docenas de tiendas y establecimientos que lo conforman. La productora ejecutiva Patricia Whitcher fue la encargada de contactar con las compañías, unas 35 en total, que acabaron “poniendo caseta” en la terminal. Los establecimientos, que van de cadenas de comida basura a boutiques de alta costura, son Verizon Wireless, Dean & Deluca, Discovery Store, Brookstone, Cambridge SoundWorks, Hugo Boss, La Perla, American Express, Hudson News, Borders Books, Paul Mitchell, Godiva, Swatch, Harry and David’s, Origins Smarte Carte, Burger King, Auntie Anne’s Pretzels, Baskin-Robbins Ice Cream, Baja Fresh, Panda Express, Nathan’s Famous, Au Bon Pain, Yoshinoya, S’Barro, Krispy Kreme, The Daily Grill, Starbucks y, por supuesto, la tienda de Duty Free. Según McDowell, tener 35 tiendas es como tener 35 decorados individuales”. Algunas tenían empleados auténticos y otras simples extras que recibieron un cursillo especial para trabajar detrás del mostrador. Para aumentar la verosimilitud del decorado los tableros de información y todos los monitores mostraban los auténticos calendarios de vuelo de la terminal internacional del aeropuerto JFK.
Por otro lado se utilizó el moderno sistema de señalización llamado Wayfinding System, diseñado por la firma holandesa Bureau Mijksenaar, y que por el momento sólo está instalado en el JFK y unos pocos aeropuertos más. Cuando el decorado quedó terminado, produjo el efecto deseado en el equipo de la película. Catherine Zeta-Jones comenta: “Cuando pisé por primera vez la terminal le dije a Steven, Me he quedado sin aliento. Era increíble, parecía absolutamente real, incluso olía como un aeropuerto”. Tom Hanks añade: “Era un decorado mágico. Era seis más veces más grande de lo que me esperaba. No podía comprender cómo se las habían arreglado para conseguir algo así”. Hasta Spielberg se quedó asombrado, dice Whitcher: “Cuando vio el decorado por primera vez dijo, Me encanta. Es magnífico. Esto que me dais es cine... Fue un gran cumplido para todos nosotros”.
La iluminación del enorme decorado fue un gran reto para el equipo. Spielberg dice: “Le dije a Janusz que quería que pareciera que estábamos rodando en escenarios naturales, en una terminal auténtica, y eso fue lo que consiguió exactamente Janusz”. Esto fue mucho más difícil de lo que puede parecer. Para imitar el efecto de la luz del sol entrando por las ventanas, hubo que colocar una hilera de luces de cien mil vatios a lo largo de todo el techo del decorado. Las luces se orientaron hacia arriba para que los rayos fueran a dar a un enorme telón de tejido Ultrabounce que envolvía todo el decorado: las luces rebotaban en el tejido, que difuminaba su brillo y creaba el efecto de luz solar. Asimismo Kaminski creó una paleta de colores que reflejaba sutilmente la evolución de la situación de Viktor, según explica Spielberg: “En las primeras escenas Janusz usó tonos fríos verdes y azules porque en esos momentos Viktor no ve el aeropuerto como un lugar cálido y confortable. Los tonos fríos predominan hasta que Viktor comprende su situación y se da cuenta de que va a pasar mucho tiempo en esa terminal; entonces, según vamos conociendo al personaje y éste empieza a sentirse más a gusto, los tonos de la película se van haciendo más cálidos”. La aclimatación de Viktor se refleja también en su vestuario, que es obra de la diseñadora Mary Zophres: “Pensé que alguien como Viktor vendría con un traje pero como procede de un pueblo, no es un traje a medida sino un modelo de serie que no le sienta demasiado bien. Todo un contraste con el modelo de Hugo Boss que luego acabará llevando...
Pero entremedias se produce una gradual transformación en su aspecto que refleja no sólo el paso del tiempo sino su relativa americanización según se va sintiendo más a gusto en su nueva situación”. Zophres diseñó los coloristas uniformes de azafata de los años 60 de Atrápame si puedes pero aquí buscó un estilo más conservador para los uniformes del siglo XXI de la compañía United Airlines que lleva la azafata Amelia: “Copié los uniformes de la compañía pero me tomé algunas libertades para adaptarlos a la figura de Catherine Zeta-Jones”. Los uniformes de los agentes de aduanas siguen fielmente el modelo original pero Zophres gozó de más libertad a la hora de vestir al variado muestrario étnico de los pasajeros que pululan por la terminal.
Según comenta Spielberg, “Mary se lo pasó en grande diseñando el vestuario de los extras. Tomó algunas decisiones muy atrevidas pero hay que reconocer que uno nunca sabe lo que se va a encontrar en un aeropuerto...”
El músico John Williams le dio también un toque étnico a la banda sonora de LA TERMINAL: “Quería crear un retrato musical de Viktor que tuviera un sabor étnico. Sabemos que Krakozhia está en Europa del Este, así que incluí el clarinete en los temas musicales asociados a su personaje porque es el instrumento de muchas músicas de la Europa oriental. También añadí el cimbalom, que es un instrumento húngaro, y le di un toque sutil de acordeón a la textura orquestal para sugerir el origen cultural de Viktor”. Spielberg, que trabaja con Williams desde su primer largo comercial, Loca evasión, comenta: “La música capta el sabor europeo oriental del personaje de Viktor pero nunca olvida el rico sonido americano que sirve para ilustrar la historia de Amelia. John escribió también un hermoso tema musical que expresa la unión de los dos personajes”.
LA TERMINAL supone la decimooctava colaboración de Spielberg con el montador Michael Kahn, de quien observa el cineasta: “Michael y yo no nos consideramos colaboradores, lo nuestro es más bien una extraordinaria fraternidad. Nos leemos la mente mutuamente, tomamos la misma decisión en el mismo instante. Cuando estamos en la sala de montaje, funcionamos realmente como un solo cerebro”. Spielberg y Kahn le han dado un ritmo rápido a la historia, lo que puede parecer una contradicción con la frase que utiliza la publicidad de la película, “La vida es esperar”. Pero Spielberg comenta: “Viktor está bloqueado en la terminal pero todo lo que le rodea es bullicio. Hay un montón de viajeros que pululan a su alrededor y el es el único que está quieto. Hay un plano en el que Viktor está de pie y la cámara va retrocediendo hasta que se vuelve invisible. Le perdemos en un mar de gente que se mueve en todas direcciones, todos se mueven menos él. Así que la historia es muy dinámica. Esperar puede ser algo excitante. Esperar puede ser algo entretenido”.
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