Se trata de una producción independiente, furor de la audiencia en el festival de Sundance, que con un costo menor al millón de dólares y sin efectos especiales, logra introducir al espectador en una pesadilla llena de adrenalina que lo mantendrá al borde del asiento durante sus 80 minutos de duración. Nos recuerda en su efecto, a ‘The Blair Witch Project’, que en 1999 aterrorizara en base a un miedo con dejos tan genuinos que producía escalofríos.
En Open Water el terror se siente real, cercano, acechante presentando una nueva propuesta dentro del género. El film narra la historia de un matrimonio acosado por el stress del trabajo y las obligaciones, que decide tomarse unas merecidas vacaciones en una isla paradisíaca para descansar y practicar submarinismo.
Daniel y Susan se embarcan en un bote, junto a otros turistas, que ancla lejos de tierra para que los buzos puedan disfrutar del mundo submarino. Después de 40 minutos bajo el agua, subirán a la superficie para comprobar atónitos que la embarcación se ha ido, dejándolos por equivocación a la deriva en el medio del océano.
Aquí es donde verdaderamente comienza la película, junto a la cual hacemos un viaje plagado de ansiedad, sobresaltos y hasta agotamiento. Nuestros protagonistas quedan abandonados en el medio del mar, a merced de su fauna, que incluye enormes tiburones que los rodean periódicamente.
Rodada con cámara digital al hombro, sin dobles, con actores submarinistas profesionales, sin grandes efectos computarizados, y en una misma locación durante tres cuartos de cinta, este reto lo asume con arrojo, Chris Kentis al frente del guión, la dirección y la edición. La
fotografía la hizo junto a su esposa Laura Lau quien además encara la producción del film.
Una historia, que, por increíble que parezca está basada en hechos reales. Aunque es difícil dotar de ritmo una película en la que sólo intervienen dos personajes en un único escenario, el director logra el cometido en base a un nuevo tipo de terror que genera claustrofobia.
Parece un contradicción tener sensación de encierro en el vasto océano, pero nuestros protagonistas se encuentran 'atrapados' en su destino que les ofrece dos claras opciones: o serán rescatados cuando la tripulación se de cuenta que ha cometido un error o morirán de hambre y sed o devorados por los tiburones.
Este sentimiento de encierro que produce el film, no aburre al espectador, por el contrario, lo acerca al drama humano de Daniel y Susan, generando una sensación de desasosiego. El ritmo se mantiene, allí donde parece imposible, en base a las conversaciones de los protagonistas, sus peleas, sus cambios de animo, sus necesidades fisiológicas, las posibilidades de rescate, y la intranquilidad creciente que se apodera de la pantalla.
Rodada en las Bahamas, ‘Open Water’, es una película verdaderamente inquietante que nos enseña lo poco que solemos valorar nuestra cómoda vida y nos señala lo frágil que es el hombre frente a la inmensidad de la naturaleza.
El guión es algo flojo y no profundiza en el desarrollo emocional de los personajes. Sin embargo, la fotografía es imponente y capta un impresionante espectro de luz marina. Una propuesta económica y arriesgada que vale la pena ver, solo si se es amante del género y se quiere experimentar un terror agónico y visceral.
TRAILER EN INGLÉS
TRAILER EN ESPAÑOL
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