Sin duda, algo feo nos pasa a los
argentinos. Como si no pudiéramos soportar el talento de nuestros compatriotas,
los atacamos ferozmente en cuanto los alcanza el éxito. Si este es
internacional, peor. Si el mundo los reconoce, más los vituperamos.
El mundo se equivoca, nosotros no.
Pasó con Borges.
Pasó con Piazzolla.
Pasó (o pasa) con Cortázar.
Y ahora parece pasar con Sábato.
Sin duda nos queremos poco.
"Lo importante de Piazzolla es
que la base de su música ES TANGO y que encima, está la música. Y no se parece
a ninguna porque es absolutamente Piazzolla." Esta opinión,
emitida, por un crítico del New York Times, y poco compartida en su
tierra, alegraba a Astor que decía de su música: ..." La escribo para la
gente que ama la música, porque sí..."
Astor Piazzolla, hijo de Vicente
(Nonino ) y Assunta, alumno de Rachmaninov, Nadia Boulanger y Alberto Ginastera; hombre de tango
atípico, que no amaba la noche ni los tragos, que se levantaba temprano y le
gustaba el aire libre. Este marplatense, cuya infancia transcurrió en Nueva
York y cuyo nombre, al igual que el de Carlos Gardel, es sinónimo de Argentina,
de tango y más precisamente de BUENOS AIRES, TUVO LA PASION Y EL RIGOR DE UN
IRREVERENTE.
Se "metió" con el tango. Y
lo renovó. Y convocó nuevamente al asombro. Y le dio nueva estatura
internacional...
¡Qué coraje, el de
Piazzolla!...aparecerse, con su Octeto en
la Argentina del 55, aquél año que marcaría el final del segundo
gobierno peronista, derribado por un golpe militar. Gran parte de aquél país en
transición, culturalmente adormecido lo rechazó ásperamente.
Sentenciaron, simplemente, que su
música no era tango.
Ni siquiera "nuevo tango".
El talento de Piazzolla ofendió a la
mediocridad. Nuestra tradicional intolerancia hizo el resto. Boicots, rechazos,
persecuciones. Saboteos de músicos, emisoras y editoriales lo llevaron a
emigrar a Nueva York en 1958.
Volvió en el 60 a una Argentina que
cambiaba aceleradamente y formó su primer Quinteto - el de Nonino, Verano,
Invierno, Otoño y Primavera Porteñas, el de Decaríssimo (en donde le rindió
homenaje a otro antecesor irreverente: Julio de Caro) - el de Muerte y
Resurrección del Angel - formación en la que volcó su pasión y su rigor de
genial irreverente, para terminar de inscribirse como uno de los músicos más
importantes del siglo.
Para acabar con las imbéciles
discusiones de aldea que se sostenían en Argentina, llamó a la suya
"Música Contemporánea de la Ciudad de Buenos Aires".
Entonces el prejuicio tuvo un
momentáneo alivio y aquéllos que enérgicamente imputaban " eso no es
tango" pudieron descansar por un momento.
No fue mucho más que un momento,
porque mientras en Argentina los seguidores de Piazzolla se multiplicaban, el
Mundo se encargaba, también, de zanjar la estúpida discusión.
El carácter universal del arte se
encargaba de devolvernos, lo hace todavía, la imagen que el mundo tenía (tiene)
de Astor Piazzolla. La de un genial creador argentino de música de tango.
Ha corrido mucho agua debajo de los
puentes y, contemporáneas a Piazzolla, sucedieron muchas cosas, algunas tan
trágicas como la dictadura militar de los 70. No obstante tantas cosas, quedan,
todavía, muchos argentinos que dicen, ahora tímidamente, "que querés que
te diga, para mí eso, todavía, no es tango".
Dicen que Piazzolla, allá por 1989,
se reconcilió públicamente con alguno de ellos, en un Concierto que dio en el
Teatro Opera.
Enorme grandeza la suya.
Mayor que la nuestra, que aún lo
estamos pensando...
No por Astor, sino por nosotros,
aquéllos argentinos que pensamos que algo feo, nos pasa.
A nosotros, porque son demasiados
ejemplos de mezquindad.
Es hora que dejemos de intentar
devorarnos a nuestros mejores compatriotas...
Caracas, Febrero de 1999.
Ricardo Bargach Mitre (QEPD)
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