PALABRAS DE CINE: DAVID LYNCH - Juan José Marín Abadie




Esta quizás sea una historia verdadera, una suerte de crónicas americanas donde un conejo corre hacia una tierra de estúpidos. 
Son seis hombres poniéndose enfermos por una sinfonía industrial en el aire, los dueños de premoniciones siguientes a una mala acción, que añoran niñez y juventud. 
Yo quemo una piña y vomito su casa mientras que mi absurda abuela me recuerda que todo lo que quiero para navidad son mis dientes frontales. 
Pienso en un cuarto oscuro que es como un imperio tierra adentro y mi corazón salvaje tienta a mi cabeza borradora para hacer un rastreo de errores en la carretera perdida que me llevara a Mulholland Drive. 
En un instante, atravieso una duna con forma de picos gemelos, suaves como un terciopelo azul y llego al cuarto de hotel. 
Un hombre elefante me mira mostrándome solo un alfabeto, yo no conozco a Jack y aprieto el botón rojo. 
Ya amputado y en un absurdo encuentro con el miedo, acepto el trago que me invitan el vaquero y el Francés mientras una dama azul atrapa al pez dorado que brilla junto a la lámpara azul verde que me recuerda a Shanghái.

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