SIDEWAYS (2004) : LOS CAMINOS DE LA VIDA



Sideways, dirigida por Alexander Payne, un interesante director de corte independiente que tiene en su haber películas con calidad dramática y pocos efectos especiales, como el sutil drama ‘About Schmidt’ o la cínica comedia ‘Election’. Un creativo enfocado principalmente en contar historias cercanas al espectador, que reflejan la condición humana en su faceta más realista y cotidiana. Considerado por muchos como un director de culto, ha logrado en Sideways (Entre Copas) un film sólido, que sin grandes despliegues de celebridades de renombre, logra excelentes actuaciones de sus protagonistas, actores casi siempre relegados a roles secundarios, que demuestran su pasta en base a un excelente guión que tiene la virtud de ofrecer la poesía de la vida, entre diálogos que expresan con precisión las vicisitudes y pensamientos de seres comunes y corrientes.




La película cuenta la historia de dos amigos de la universidad que emprenden un viaje en auto por los viñedos californianos: Miles (Paul Giamatti), es un típico perdedor, profesor de primaria, medio depresivo, pesimista, pero que acaba de escribir su primera novela y tiene aspiraciones de publicarla y finalmente cumplir su sueño de convertirse en escritor. En contraposición su amigo Jack (Thomas Haden Church), es un actor fracasado pero optimista y aventurero, que está a punto de casarse y ve en este viaje la oportunidad de hacer algunas travesuras antes de pisar el altar.

En el camino tropezarán con dos mujeres, una mesera llamada Maya (Virginia Madsen), que se sentirá atraída por el introvertido Miles y Stephanie (Sandra Oh) que iniciará un tórrido romance con Jack, ignorando que está comprometido. El personaje central, interpretado magistralmente por Paul Giamatti, es el corazón del film. Este dulce y atormentado ser, que encuentra placer solo en la catación de vinos, tema en el cual es un experto, logra tocarnos la fibra más profunda con sus inseguridades y su fragilidad emocional.




El tema del vino, merece un párrafo aparte. A través de ricas metáforas, la catación de cada vino y la descripción que hacen los personajes de lo que sienten al probarlo, expresan significados profundos de la vida, estados de ánimo, actitudes ante cada día. Entre copas, el film se va colando y nunca pierde el ritmo a pesar de estar basado en las mismas anécdotas mil veces contadas, los mismos encuentros, desencuentros, amores y desamores.




Con cámara certera y un guión sincero, Payne nos da una muestra del cine que nos representa a todos, en nuestra cotidianidad, nuestros fracasos y nuestros momentos felices. Sin artificios, ni complicados giros de trama, la película atrapa en su profunda simpleza, esa que nos refleja y que nos acerca más a lo que somos. Sideways es en suma, la demostración de que el cine basado en los personajes, sin grandes despliegues técnicos, pero con absoluta dedicación a la historia, da a luz un cine que se acerca a la realidad y por ende a nuestras propias vivencias.

Fernanda Bargach-Mitre

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